El milagro antibiótico y la peste negra

Los antibióticos han tenido un impacto tremendamente positivo en el desarrollo de la medicina moderna y en la lucha contra enfermedades infecciosas, salvando incontables vidas desde su introducción en el siglo XX.

Antes del descubrimiento de los antibióticos, infecciones comunes como neumonía, tuberculosis, gonorrea o infecciones de heridas podían resultar fatales. No existían tratamientos efectivos para combatir las bacterias, y los médicos dependían mayormente de medidas de apoyo mientras el cuerpo luchaba por superar la infección. Muchos pacientes morían de enfermedades infecciosas que hoy son tratables.

La introducción de antibióticos como la penicilina en la década de 1940 cambió radicalmente este panorama. De repente, los médicos contaban con una herramienta mágica para tratar de manera rápida y efectiva todo tipo de infecciones bacterianas. Los antibióticos permitieron desarrollar intervenciones médicas y quirúrgicas mucho más seguras, pues las infecciones post-operatorias podían controlarse fácilmente.

El impacto en la salud pública fue enorme. Enfermedades que solían diezmar poblaciones como la sífilis, la fiebre tifoidea o la tuberculosis se volvieron curables y prevenibles. Los antibióticos contribuyeron a elevar la esperanza de vida al proteger contra infecciones fatales relacionadas con el parto o neumonías. Permitieron el avance de tratamientos más invasivos como quimioterapia contra el cáncer, trasplantes de órganos y procedimientos quirúrgicos complejos que hubieran sido imposibles sin antibióticos para prevenir y tratar las infecciones asociadas.

Hoy en día, aunque la resistencia bacteriana representa una preocupante amenaza, los antibióticos siguen siendo la piedra angular para tratar y prevenir infecciones adquiridas en la comunidad, en hospitales, e infecciones de transmisión sexual. Millones de vidas se salvan anualmente gracias a que una simple infección ya no equivale a una sentencia de muerte como ocurría antes del descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming.

Los antibióticos fueron un gran triunfo de la ciencia del siglo XX que revolucionó la capacidad humana para vencer a las enfermedades infecciosas. Su descubrimiento cambió el curso de la medicina moderna y ha beneficiado incalculablemente a la salud y expectativa de vida de la humanidad. Representan uno de los avances médicos más importantes de la historia.

Una de esas enfermedades que hoy se ha eliminado con antibioticos, es la que una vez fue conocida como la peste negra o peste bubónica,
La peste bubónica fue causada por la bacteria Yersinia pestis. Esta bacteria se transmite principalmente por picaduras de pulgas infectadas, que suelen vivir en roedores como ratas y ratones. Cuando las pulgas pican a estos roedores infectados, ingieren la bacteria y luego pueden transmitirla al picar a humanos. Con los avances de la salubridad, la sanidad publica y la eliminación de los roedores y los antibiótics, esta terrible enfermedad que mato millones de personas, no es un problema de salud.
La peste bubónica es la misma enfermedad que se conoció históricamente como la Peste Negra o muerte negra. fue una pandemia devastadora que azotó a Europa y Asia en el siglo XIV, específicamente entre 1347-1351. Se estima que mató entre 75-200 millones de personas en Eurasia. recibió el nombre de “Peste Negra” o “Muerte Negra” debido a algunas características distintivas:

Provocaba ganglios linfáticos inflamados (bubones) de color negro en la ingle, axilas y cuello de las víctimas.

La piel de las víctimas solía ponerse de color negro por hemorragias subcutáneas y subdérmicas.

Causó una mortalidad tan alta que se consideró la “muerte negra”.

Los brotes repentinos y masivos parecían “descender” como la noche.

Era un evento oscuro, lúgubre y aterrador para la población de la época.

Por lo tanto, el término “Peste Negra” se refería a la manifestación medieval de la peste bubónica que ahora conocemos es causada por la bacteria Yersinia pestis y transmitida por pulgas infectadas.